No translations available

Resistencia, género, raza y no-democracia en Honduras

7 December 2017

José Mejía, Practicante de Comunicaciones de MRG, expone la situación de los y las Garífunas en Honduras, enfocándose en el rol de la mujer y la importancia del apoyo internacional. Los derechos de estas comunidades son de gran interés para José, quien ha visto el mismo problema en Colombia y Brasil, donde ha trabajo con temas de inovación social y desarrollo comunitario.

Hace unas semanas nos reunimos con Aurelia Martina Arzú, vice coordinador y guía espiritual de OFRANEH (Organización Fraternal Negra Hondureña), quien visitó Londres en una gira organizada por Peace Brigades International, para hacer visible la difícil situación que viven las comunidades negras e indígenas en Honduras.

Aurelia es una mujer de voz tajante, presencia enérgica y discurso inequívoco. Conocerla es viajar a lo largo de la historia de Honduras y a lo más profundo de su cultura; la cultura Garífuna. Hablar con ella nos permitió entender más sobre las amenazas en contra de los y las Garífunas y sus derechos, una situación que se repite a lo largo de Centro y Sur América con diferentes comunidades indígenas o ancestrales.

Los Garífunas han ocupado sus tierras desde antes de la independencia de Honduras y como primeros habitantes, estas les pertenecen. Pero eso no ha sido impedimento para que sean desalojados de las mismas, criminalizados, judicializados y hasta asesinados por defender su tierra y su cultura.

La situación ha empeorado bajo la presidencia de Juan Orlando Hernández, quien ha desatendido dos sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que favorecen a la comunidad Garífuna y continúa atropellando la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

En nombre de “el famoso desarrollo” (como Aurelia lo denomina) y justificándose en la Ley del Turismo, les están quitando sus tierras para construir proyectos hoteleros. Los engañan diciéndoles que se van a beneficiar de estos proyectos, y después no los incluyen en los mismos. Si se oponen a entregar las tierras o se quejan de las acciones del estado son criminalizados o judicializados, justificándose en la nueva ley de la no protesta, una reforma al actual código procesal penal.

Cuando buscan ayuda legal, los abogados de Honduras se oponen a apoyarlos, no por falta de capacidades o voluntad, sino por miedo a las consecuencias. Aquel abogado que trabajó con ellos en las sentencias previamente mencionadas, hoy vive exiliado en Costa Rica, y esto ha hecho que ellos mismos tengan que hacer las veces de abogado en procesos legales que nadie más se atreve a liderar.

Pero mientras los intereses individualistas del gobierno y las grandes corporaciones dividen y deforestan el país, los Garífunas se aferran a su espiritualidad y trabajan de la mano de COPINH y otras comunidades indígenas. Así mismo, como los medios privados han cerrado sus puertas, los Garífunas han creado sus propios espacios online y en radios comunitarias para dar a conocer la situación de manera internacional.

En un emotivo relato Aurelia cuenta sobre la estrecha relación entre Miriam Miranda, directora de OFRANEH y Berta Cáceres, líder indígena asesinada. También habla de sus seis compañeros criminalizados (acusados de usurpación y difamación), del trabajo para que los jóvenes se apropien de su cultura y del trabajo espiritual con 76 estudiantes universitarios enjuiciados por hacer oposición al gobierno.

Y aunque sus emociones se empiezan a hacer visibles, Aurelia se reincorpora y repite un claro mensaje. “El pueblo Garífuna es un pueblo muy muy fuerte, muy luchador. Venimos luchando desde nuestros ancestros y nunca hemos dejado de luchar para poder sobrevivir en Honduras.”

Y es claro en esta reunión que la lucha es liderada por las mujeres y que su resistencia esta cimentada en su espiritualidad. Las mujeres son quienes están al frente de OFRANEH, visibilizando las amenazas y defendiendo sus derechos, luchando contra un sistema que no deja de fallarles. En países de Centro y Sur América (así como en otras partes del mundo), las mujeres activistas, especialmente aquellas defendiendo sus derechos y los derechos de sus comunidades siguen siendo asesinadas. En 2017 Honduras, Méjico, Guatemala, Colombia y Brasil  han sido testigos de este flagelo que sigue quedando impune.

Es por eso que Aurelia está sentada hoy con nosotros, como defensora de su tierra, su cultura y su comunidad. Como defensora de los hombres y las mujeres Garífuna y de la paz que les han arrebatado. Defensora de ese desarrollo comunitario con el que han soñado y que no les han dejado alcanzar, pues ya no los dejan ni dormir en paz.

Los Garífunas no se oponen al desarrollo. Se oponen al desarrollo de un Estado que los atropella y los hace a un lado, se oponen a un desarrollo sin consulta previa y sin participación. Al mismo tiempo sueñan con y trabajan por un desarrollo comunitario, en el que se cubran sus necesidades básicas y se respeten sus derechos. Un trabajo comunitario en el que su cultura sea parte de la educación, la medicina ancestral sea parte del sistema de salud, y la hotelería sea local y respetuosa con el medio ambiente. Un desarrollo en el que la producción de coco sea protagónico en la cocina y la cosmética.

Como parte fundamental en la dirección de OFRANEH, Aurelia entiende que solo lograran ese desarrollo cuando hayan superado las amenazas de hoy. Por tal motivo buscan de apoyo y visibilidad internacional, para frenar el abuso que impide su libre desarrollo como pueblo ancestral. Para frenar esos proyectos multinacionales que van mucho más allá de la hotelería.

Es por esto que Aurelia recomienda a otros activistas comunitarios no detenerse. Pues aunque está cansada entiende que “con todo y el peligro, cuando uno lucha por algo justo, por algo que le vamos a dejar nuestros hijos (pues nosotros ya vamos de salida)…si toca morir, creo que se muere bien.”

A la sociedad civil y las organizaciones de derechos, Aurelia nos recomiendo ampliar su voz, visibilizar esta situación y dejarlo hacer el resto como han hecho por más de 200 años, pues los Garífunas van “Siempre para adelante, ni un paso atrás.”

Photo credit: Délmer Membreño @delmermembreno